La Autoridad De La Verdad

La autoridad de la verdad intenta recoger lo más auténtico de la primitiva concepción del magisterio eclesiástico, frente a la verdad de la autoridad que quisieron imponer los tradicionalistas del siglo XIX. Ateniéndose sólo al magisterio llamado ordinario, que es el que hoy suscita más dificultades, arranca de una minuciosa constatación de hechos: el magisterio ordinario de la Iglesia se ha equivocado repetidas veces a lo largo de la historia (sobre todo en los dos últimos siglos) y en puntos decisivos. Lo cual, naturalmente, no quiere decir que se equivoque siempre, pero sí que puede seguir equivocándose. Para evitarlo hay que superar una concepción inmediatista de la asistencia del Espíritu Santo y recuperar las auténticas mediaciones neotestamentarias de la acción del Espíritu, entre ellas la historicidad y la comunión. JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, profesor emérito de la Facultad de Teología de Cataluña, enseñó Cristología en Barcelona y Antropología Teológica en la Universidad Centroamericana (UCA) de El Salvador. Ex-director de la Revista Selecciones de Teología y actual responsable del Centro «Cristianisme i Justícia», colabora habitualmente en distintos medios escritos de la prensa nacional y en revistas especializadas, además de otros medios de comunicación electrónicos. Entre sus numerosas publicaciones, destacamos: La Humanidad Nueva (9a ed.): Proyecto de Hermano. Visión creyente del hombre (3a ed.): Calidad cristiana. Identidad y crisis del cristianismo (2006).

Ficha del Libro

• Número de páginas: 333
• Autor: Jose Ignacio Gonzalez Faus
• Tamaño: 1.61 - 2.44 MB
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Opinión de la crítica

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  No es éste un libro de historia, sino de teología, aunque esté cargado de citas y referencias históricas: porque sucede que la historia de la Iglesia es uno de los más importantes lugares teológicos de la eclesiología. Por eso las conclusiones de este libro no son simplemente históricas, sino estrictamente dogmáticas: y no quieren engrosar la erudición, sino la fidelidad. En los primeros siglos, una Iglesia- fermento mantiene el principio electivo de sus obispos por el pueblo de Dios. Y lo mantiene, a pesar de las múltiples dificultades de todo tipo, por razones de fidelidad evangélica y por su concepción